Diálogos Alcoyanos (II). La fuente de la plaza de San Agustín

El periódico «La Patria Chica» incluía entre sus páginas una sección titulada «Diálogos Alcoyanos», en la cual, con algo de humor, recreaban conversaciones entre dos personas sobre los temas de actualidad y quejas dirigidas al gobierno municipal. Estos extractos nos sirven para conocer las preocupaciones cotidianas de aquel momento, y de una manera más cercana.


El siguiente «Diálogo» es una queja sobre la fuente que existía en la plaza de San Agustín, hoy plaza de España, y que el autor no consideraba que estaba a la altura.

-¿Qué le parece a Vd. de nuestra hermosa fuente de la Plaza de San Agustín, D. Modesto?
-¡Hombre hablándole a Vd. con la franqueza a que nuestra amistad creo nos autoriza, no la encuentro propia de la plaza principal de Alcoy!
-¿Por qué razón, amigo D. Modesto?
– Pues por la razón sencilla D. Alejos, de parecerme muy pobre y raquítica para un sitio como en el que está, según ya antes dije, y encontrarla ademas, por añadidura, fuera del gusto moderno, por completo. En las fuentes del día, cuando se trata de poblaciones importantes, se ha desarrollado ya un gusto tan extraordinario, que algunas de ellas, constituyen verdaderas obras de arte.
– Pero tenga Vd. en cuenta, mi querido D. Modesto, que si bien existe ese lujo tan grande de que Vd. habla en las fuentes del día, es en sus capitales; y Alcoy, a pesar de su gran importancia, no puede ofrecer las bellezas que en policía urbana, puede presentar el municipio de una capital, por que los ingresos de su Ayuntamiento, son menores a los de esos municipios de los grandes centros de población, que les permiten realizar a sus anchas, las modernas exigencias del ornato público.
– ¿Qué capital, ni qué niño muerto? ¿Acaso cree Vd. que no hay pueblos de menor importancia que este, y sin embargo, se pueden dejar ver, algunas de sus fuentes, como vulgarmente se dice? Játiva por ejemplo. A la entrada de uno de sus portales, tiene una o dos, sin más adorno que un soberbio león de piedra, de cuya abierta boca, mana el precioso liquido, que recoge una artística taza, que se puede dejar ver; ya Vd. ve que no he ido a ver a buscar a la Cibeles; y Cibeles, que, dicho de paso sea, podría tenerse en Alcoy, en cuatro cuartos, sin exageración alguna; porque sobran artistas y piedra para ella, y otra cualquiera de su categoría artística. No todo es dinero, amigo D. Alejos. El gusto representa un papel tan importante como el parné, por no decirle a Vd. mayor. Con poco dinero, hay cosas de mucho gusto; y con mucho dinero, hay soberbios mamarrachos. Déjese Vd. pues de cuentos, don Alejos; la fuente de la plaza de San Agustín es una cursilería municipal que debe desaparecer a toda costa, con esos cuatro cirios simbólicos que tiene; y digo simbólicos, porque son de hierro. Parece una labor de confitería en boda de labriegos, con un travieso niño al final, burlándose de los comensales, ó un frutero de cuatro pesetas en mesa de un tenor sin voz. ¿A quién se le ocurre colocar una pobre criatura al final de la fuente, en traje de riguroso desembarco en esta vida, y sin otra finalidad artística que la de estar contemplando a un pato como un bobo?
– Me ocurre una idea, D. Modesto.
– Tiene Vd. la palabra, D. Alejos.
– ¿No le parece a Vd. que esa fuente que resulta cursi y ridícula para la plaza de San Agustín, porque poblea en ella, si la frase vale, resultaría ya pasable, trasladándola al puente, por ejemplo, y en lugar de fuente, que nadie aprovecha, levantar en la plaza y en el mismo punto que hoy ocupa la fuente en cuestión, una grande y soberbia columna con una estatua por remate, representando a un hijo ilustre de Alcoy, al sabio y virtuoso Presbítero D. José Gisbert, por ejemplo, y cercada en su base, centro de un pequeño jardín, por una elegante verja de hierro, con remates de bronce?
-¡Magnífico! mi querido D. Modesto, ¡magnífico! Mire Vd. si me ha gustado, la idea, que a la primer ocasión oportuna, se la indico al Sr. Arquitecto Municipal D. Vicente Juan Pascual, que es persona competentísima en el asunto, a ver si se consigue lo que Vd. propone.
-Pues no hay que hablar más sobre la materia.

La Patria Chica, 19 de mayo de 1898

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