Las demoliciones del centro histórico

Después del último temporal invernal, Gloria, se han vuelto a vivir derrumbes en varias calles del centro histórico, uno de ellos con trágicas consecuencias. Estos sucesos no son más que la continuación de una tendencia iniciada en los años 70, y que ha afectado (y sigue afectando) a las partes más antiguas de la ciudad.

En el siguiente vídeo, se puede ver gráficamente la evolución de estos derribos a partir de los años 60.

En esta publicación, vamos a dar un repaso a los derribos que se han llevado a cabo en el centro histórico, aportando fotografías de cada momento.

Causas del deterioro

El éxodo a partir de los años 60 hacia los nuevos ensanches de Santa Rosa, la Alameda, y más tarde, la Zona Norte, provocó un estado de abandono de las edificaciones del casco antiguo. Los vecinos de estos viejos barrios se vieron atraídos por las comodidades de las nuevas edificaciones, teniendo en cuenta los deficientes servicios de que disponían sus viejas casas (sin ascensor, algunas sin agua potable o todavía con «comú» en la planta baja).

Se podría decir que el progreso creó y destruyó el centro histórico, puesto que es a partir de la industrialización del siglo XIX cuando se elevaron y reconstruyeron las casas existentes, en muchas ocasiones de forma precaria, para así alojar a más trabajadores y sus familias. A causa de la pobre calidad constructiva de estas casas (prácticamente hechas con muros de tierra), en el momento se abandonaron para progresar hacia los nuevos barrios, era cuestión de tiempo que empezaran a colapsar. Al sostenerse unos con otros, en cuanto se fueron abriendo huecos en las manzanas, los edificios colindantes desprotegidos fueron cayendo también, en efecto dominó.

Además de las demoliciones, en estos barrios también se vio afectada la trama urbana histórica y el parcelario al llevar a cabo el Plan de Urbanización de la Vila i Raval Vell. De esta manera, tenemos calles anchas, vacías y con chaflanes en un barrio que se caracterizaba por calles estrechas con edificios altos de época industrial.

Jorge Doménech Romá (Facebook)

Por último, otro motivo de las demoliciones ha sido los sucesivos planes de rehabilitación del centro, que se han llevado a cabo en sitios puntuales, como el barrio de la Sang o la Placeta de les Xiques. En 1984 se presentó el primer «Plan de Rehabilitación del Centro Histórico», de Vicente Vidal, seguido en el 1989 por el «Plan Especial de Reforma Interior para el Casco Antiguo», de Carlos Meri. Con el plan ARA se cambiaría de paradigma, que ya se pasaba de promover la rehabilitación y conservación a una renovación absoluta del casco antiguo, en línea con la filosofía del Movimiento Moderno y la idea del «Corazón de la Ciudad».

Para un análisis más profundo sobre los planes de rehabilitación y renovación de la ciudad, así como su efectividad o fracaso, son de gran ayuda los siguientes documentos de Gabino Ponce Herrero:

Evolución de los derribos

Década de 1960

Comenzamos este breve estudio en la década de los 60, puesto que con anterioridad las demoliciones en el casco antiguo fueron escasas. Después de la Guerra Civil, se reconstruyeron algunos edificios afectados por las bombas, y en los 50 se levantó alguno que otro.

A partir de los 60, sobre todo en la zona de País Valencià (entonces Generalísimo), se comenzó a derribar algunos edificios del siglo XIX para levantar modernas construcciones de hasta 11 plantas. No se trata de unas demoliciones causadas por el deterioro de las viviendas, sino por el ansia de renovación relacionada con el ya implantado desarrollismo franquista.

Aproximadamente en 1968, también se reconstruyó el edificio en la esquina entre Sant Francesc y Sant Maure, que podría ser el del «Forn del Raval Nou» del siglo XVII.

Década de 1970

La primera demolición en el Raval Vell se da en el número 19 de la calle Verge d’Agost, aproximadamente en 1972. Hacia 1973 se demolieron los edificios del antiguo Hostal del Racó, para construir el aparcamiento que existe hoy en día. El año siguiente empezó a coger velocidad, con las demoliciones del edificio colindante al del Racó, y el de Confecciones Morant, en la esquina de Sant Llorenç y Sant Francesc. También sobre este año se demuele el número 34 de la calle Sant Antoni, la primera baja del barrio de la Vila, y comenzaban las demoliciones en el entorno del Portal de Riquer. Además, a finales de 1974 cedió la ladera del Tossal, afectando a varias casas de esta calle a las que les cayó encima.

1975 sería un punto de inflexión, con el espectacular dinamitado de 12 casas en las calles de Buidaoli y Mossén Rafel de l’Ave Maria, junto con la demolición de los otros 10 junto a ellos. Ese mismo año, comenzaron los derribos en la calle Caragol, afectada por varios derrumbes.

El 13 de septiembre de 1975 un artículo en el periódico Ciudad ya denunciaba el abandono de todas estas zonas:

De aquí al final de la década, destacan las demás demoliciones en la calle Caragol, así como los derrumbes en el cruce de las calles Sant Joan y Sant Josep, que provocaron el corte de la calle y la indignación de los vecinos. También comenzaron los derribos en el barrio de la Sang, siendo la primera «víctima» la esquina de las calles Sant Doménec y Cova Santa.

En la línea «renovadora», se reedificaron algunos edificios de San Lorenzo, Sant Francesc y Sant Nicolau, pero lo más relevante son las demoliciones en el Parterre, sobre todo donde se ubicaba la oficina de Correos y en el antiguo garaje de la Alcoyana, y el antiguo conjunto de las Esclavas, demolido hacia 1979.

Década de 1980

Si los años 70 fueron el inicio de los derribos y derrumbes en el centro, en los años 80 ya se consolida esta tendencia.

Los primeros lugares afectados son la zona de la calle Verge Maria, hacia el final de la misma, y las calles Sant Roc y la Puríssima. También se efectuaron demoliciones en la parte alta de la calle Sant Miquel, y los dos primeros edificios desaparecieron en el barrio del Partidor.

A partir de 1986, entran en acción los planes renovadores, como el de la Placeta de les Xiques, que acabó con el Tou de l’Andana y con unos 21 edificios entre las calles Sant Agustí y Verge d’Agost, creando una plaza y recuperando la muralla medieval.

En este mismo año, se derriban los edificios del Hostal de la Viuda y del Hotel España, así como los edificios entre las calles Verge Maria y Sant Miquel, y comienzan los problemas en el barrio de la Sang, con derrumbes tras la famosa gota fría de octubre del 86.

Es en esta década cuando empieza a desaparecer la calle Alcassares, empezando por las viviendas más cercanas al puente de Cocentaina.

En los años siguientes, se demolió la zona en torno al Carreró de les Comedies, descubriéndose la escondida Torre Na Valora. En 1988 se hace oficial el plan de reurbanización de la Sang, proliferando los derribos en la zona.

Antes de entrar en los años 90, la zona baja de Verge Maria ya se había demolido, y ya se había levantado el nuevo edificio de viviendas de protección oficial. Las calles de Sant Roc y la Puríssima ya tenían la mitad de sus edificios en tierra.

Década de 1990

En los primeros años de la década de 1990, se finalizaron las demoliciones masivas en el barrio de la Sang, dejando la fachada de Sant Mateu por las mejores condiciones de sus edificios. El deterioro empieza a notarse verdaderamente un poco más arriba, en el barrio del Partidor, con 11 demoliciones hasta 1995, pero es en Alcassares donde más bajas se producen en estos primeros 5 años, puesto que casi toda la calle es demolida en ese período de tiempo.

Además, el proceso comenzado en la calle Verge Maria y el Carreró de les Comédies, empieza a expandirse hacia el sur, demoliéndose las casas enfrente del Casal, y numerosas viviendas de las calles Sant Antoni y Sant Miquel.

En el Raval Vell, se van sucediendo las demoliciones, principalmente en la calle Verge d’Agost, pero también en el entorno de la Placeta de les Xiques.

El Raval Nou se empieza a ver afectado por los derribos, siendo los primeros el edificio de la calle la Cordeta número 9, y el que fue sede de Cruz Roja en la Placeta de Sant Francesc.

Finaliza el siglo con la demolición definitiva de las casas de Sant Mateu y del Camí lindantes con la Sang, con cinco demoliciones más en el Partidor, y las zonas cercanas al Museo Arqueológico desapareciendo rápidamente. Además, ya se ha tirado el antiguo Hotel Levante, en la calle Sant Llorenç, y se han comenzado a reedificar algunas casas de la calle Sant Tomàs.

Década de los 2000

La primera década del siglo XXI se caracteriza por la burbuja inmobiliaria, que se mantuvo hasta 2007-2008 con el estallido de la crisis.

Entre los años 2000 y 2005, el foco principal fue el Raval Vell, por las promociones de Juananser. En la Vila, la manzana entre Sant Miquel, el Carme, Sant Antoni y Sant Tomás ya estaba completamente destruida, y sus vecinas estaban a punto de serlo también. De la zona de la Verge Maria, ya no quedaba nada, igual que en la calle Sant Roc, y en las calles Sant Joan y Barbacana ya había comenzado el proceso de demolición. El Partidor estaba en plena demolición, sobre todo cerca de la Placeta de les Eres, y el escenario de la Entrada por Sant Nicolauet ya empezaba a plagarse de solares.

Para entonces, la Sang ya estaba completamente edificada, y en esos años se estaba realizando otro proyecto a espaldas del Calderón y de la calle Caragol.

En los siguientes cinco años, el Raval Vell acabaría de desaparecer por completo, con las nuevas viviendas a punto de terminarse. En la Vila, la parte baja de la calle Mayor (Pintor Casanova) también se había convertido en solares y aparcamientos. La calle Sant Antoni era ya un recuerdo. Una nueva promoción también acabaría con la casa del Campanar, mientras la calle Caragol acababa de desaparecer.

Hacia 2009, la calle San Juan también se encontraba muy afectada por los derribos, y en la calle Santa Rita ya había tres solares más. La calle Casablanca comenzaba su ruina, con la demolición en 2007 del número 24.

Década de 2010

En esta última década, las demoliciones son causadas en general por deterioro. El grueso de derribos ya ha sucedido en los años anteriores, pero aún queda por desaparecer…

En la primera mitad de la década, el punto más afectado es el Partidor, puesto que ya estaba formado el solar que tenemos hoy en día, y comenzaban los derribos en los números pares de Sant Mateu. La magnitud de los derribos llegó hasta tal punto que Álex de la Iglesia escogió esta zona en 2010 para ambientar la película «Balada triste de trompeta» en la posguerra, con quejas de los vecinos. De 2009 es un documental impulsado por la AAVV del Partidor, titulado «Barri Viu – Barri Boom», disponible en Youtube, en el que se denuncia la situación de este histórico barrio obrero. También la calle la Sardina recibía los efectos del deterioro, con cinco demoliciones entre 2013 y 2015.

Periódico Ciudad

El otro núcleo relevante es la calle Sant Joan, cuyo lado derecho está prácticamente desaparecido. Otros lugares en los que se ha demolido en estos años incluyen la calle Caragol, la calle Mayor o Mossén Torregrosa, donde hubo polémica por el posible derribo de la esquina con San Lorenzo, allá por 2013.

En los últimos cinco años (2015-2020) el centro ha sufrido menos demoliciones en comparación con años pasados, pero entre las más relevantes se encuentran las de la calle el Camí, después de un temporal en 2017. También ha habido derribos en las calles Sant Josep, Sant Mateu (junto al quiosco de Marcos y, sobre todo, en la zona del Partidor), Sant Francesc, Forn del Vidre o en la calle Casablanca.

En el primer mes de 2020, después del temporal invernal «Gloria», se ha vivido una racha de derrumbes repartidos por todo el centro. Entre ellos, se encuentran: Pintor Casanova 36, Casablanca 28, Sant Agustí 10 y 12 (con una víctima mortal) y Sant Mateu 86. También han sufrido desprendimientos las fincas Sant Mateu 57 y el Museo Arqueológico por la parte trasera, y la casa de Sant Joan 26 está siendo demolida.

Conclusión

En el momento de escribir este texto acaba de suceder el derrumbe de Sant Mateu 86, por lo que esta no es una historia cerrada. Poco a poco vamos perdiendo el patrimonio de la ciudad. No es un patrimonio vistoso, como las casas modernistas o los grandes edificios de la ciudad, y algunos dirán que más vale tirarlo todo, que sólo hace feo.

Pero si quitas todos esos edificios «mediocres y feos», lo que se pierde es el paisaje urbano único que se ha formado en Alcoy desde finales del siglo XVII. Como ejemplo, tomemos el Museo Arqueológico, edificio del siglo XVI que fue Casa de la Villa. Hoy en día está aislado de todo, rodeado de aparcamientos, descontextualizado.

Si sólo salvamos lo que es excepcionalmente bonito o relevante históricamente, es como si a una pieza musical se le dejara la voz o el instrumento principal, pero se le quitase todo acompañamiento. Puede funcionar, pero lo más seguro es que se quede a medias.

A estas alturas, es difícil recuperar lo que queda de centro histórico, pero es una tarea necesaria si no queremos quedarnos con un barrio formado por las calles San Nicolás y San Lorenzo exclusivamente. Para la Vila o el Raval Vell, ya es tarde. Pero aún nos queda el Raval Nou, Casablanca, todavía se puede recuperar parte del Partidor, Sant Nicolauet, la Sardina.

Si echamos un vistazo atrás, no parece que haya muchas esperanzas en que esto suceda. Pero hay que intentarlo.

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